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LOS FRAILES DOMINICOS Y EL SANTO ROSARIO

 

“Procuren pues, los frailes promover las Cofradías de la Orden, principalmente la del Santísimo Nombre y la del Rosario y también nuestras Asociaciones, teniendo en cuenta las circunstancias de tiempo y lugares, para que se adapten a la utilidad de los fieles. En cuanto a su estructura y régimen, guárdense sus estatutos”. (Libro de las Constituciones y Ordenaciones de la Orden de los Frailes de Predicadores _  No. 153).

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Fray Schillebeekx, O. P.:

Considera que si preguntáramos a una “piadosa devota del Rosario” pero un tanto desfasada ¿qué es el Rosario?, no nos admiremos de oírla responder: es una oración a la Santísima Virgen María.

Respuesta buena en apariencia, pero en la que falta señalar que se trata de una oración evangélica, centrada en el misterio de la Encarnación redentora, de carácter profundamente cristológico.

Ya que su primordial finalidad es llevarnos al Padre por Cristo y, a Cristo por María. Rezar el Rosario es revivir con María los mayores sucesos de la historia. Cuando los rezamos nos dirigimos precisamente a Dios Padre que nos ha dado a su Hijo Jesucristo, pero lo hacemos poniendo de intermedio a la Virgen Madre de Dios. “El Rosario es un símbolo de fe sintético y psicológico en forma de plegaria meditativa: es una plegaria que resume todo el dogma redentor. Dado el hecho que la práctica del Rosario está universalmente extendida, la catequesis de la cristiandad dispone de él, indiscutiblemente de un instrumento dogmático de importancia. Orando, el pueblo de Dios se ancla más fuertemente en los dogmas de su fe.

Rezando el Rosario se refugia en el pasado, identificándose con María en la evolución de su vida con Cristo y revive por él, en la fe, la esperanza y la caridad, todas las fases de misterio de Cristo”.

 

Fray Timothy Peter Joseph Radcliffe, O. P.:

En una nota de su conferencia sobre el Rosario dice: “El Ave María individual es la oración del viaje que cada uno de nosotros debe recorrer, del nacimiento a la muerte pasando por el momento presente... Pero todas las Aves Marías son abarcadas en una historia más larga, la de la redención. Nosotros necesitamos dos dimensiones, una historia de dos niveles. Necesito darle una forma y un sentido a mi vida, a la historia de mi carne y de mi sangre, con mis fracasos y mis victorias... Sin embargo, no es suficiente quedarse en este nivel personal. Debo ver que mi vida se inserta en el drama más vasto del designio de Dios. Sola, mi historia no tiene sentido. Mi Ave María individual debe encontrar un lugar en los misterios del Rosario. El Rosario propone el perfecto equilibrio que nosotros necesitamos para buscarle un sentido a nuestra vida, tanto a nivel individual como colectivo”.

 

Fray Carlos A. Azpiroz Costa, O. P.:

“Cuando pienso en el Rosario, en estos tiempos, pienso también en aquello de San Juan: <quien dice que ama a Dios –a quien no ve - y no ama a su prójimo –a quien ve- es un mentiroso>. Rezamos el Rosario para contemplar y predicar los misterios de la vida de Jesús. Por ello, creo que no podemos decir que -contemplamos- los misterios de Jesús si no somos capaces de contemplar los misterios de la vida de nuestros hermanos y hermanas. ¿Cómo podemos decir que contemplamos los misterios de gozo, de luz, de dolor y de gloria de Jesús, si a través del rezo y meditación del Rosario no somos capaces de contemplar el gozo, las luces, el dolor de nuestros hermanos? Si así lo hacemos ¡entonces también contemplaremos la gloria de Jesús todos juntos en el cielo”. 

   

Fray Bruno Cadoré, O.P.:

“Uno de los propósitos de esta oración: Mediante la repetición de palabras simples, que la palabra ocupe las palabras de la persona que reza, y así permita que la historia de la revelación tome la historia de la persona que reza”.

“Es una oración que llama a comprender el misterio de la salvación mediante la escuela de la Madre de Dios, Escuela de vida cristiana abierta a todos”.

“El Rosario es una oración simple y evangélica. Simple en la medida en que el desafío es atreverse a convertirse en un corazón puro buscando la verdad. De cierta manera, se puede decir que su simplicidad llama al líder de la oración permita que el Espíritu establezca en él un corazón puro, para poner su mente racional en el centro de su corazón. Es una oración evangélica, en el sentido de que no solo recuerda el misterio de Cristo en su totalidad, desde la encarnación hasta el Pentecostés (el Rosario, compendio de todo el Evangelio), sino que comienza por anunciarse como buena nueva, a la manera del Ángel visitando a María”.

 

 

 

La Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán:

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Ha sido por tradición fiel custodia e incansable propagadora de esta devoción, oró, con- templó y predicó en esta línea siempre y a todos los pueblos, por eso, fieles a este espíritu, en el número 129 de sus Constituciones se lee:

“Puesto que el Rosario es camino para contemplar los misterios de Cristo y escuela para formar la vida evangélica, debe considerarse como modo de predicación conforme con la Orden, en el cual se expone la doctrina de la fe a la luz de la participación de la Bienaventurada Virgen María en el misterio de Cristo y la Iglesia”.

 

La Familia Dominicana:

Subraya las afirmaciones del hermano Luis Armijos: “El Rosario es el resumen de la historia de la salvación; es el Evangelio presentado en cuadros; es el catecismo expuesto en gráficos; es compendio del año litúrgico; es viviente rememoración del Misterio Pascual; es síntesis de la Liturgia; es el mejor modo de celebración de la Palabra de Dios; es el breviario del cristiano; es guía segura para entrar en contemplación.

Ante esta “insondable riqueza” que tiene el Rosario y, después de conocer “este tesoro” ¿Qué se ha de hacer?

¿Usted puede “aceptar” lo que algunos dicen, sobre el desfasamiento y pronta desaparición del Rosario?

A usted que lo consideramos un cristiano muy “de hoy”, va a reafirmar su fe en:                                

“ NUESTRA COFRADIA ”.

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